Aquí encuentras mi opinión, lo que pienso sobre Venezuela y el momento que nos ha tocado vivir. Lecturas, crónicas, artículos, relatos y crítica... Bienvenidos.

lunes, 29 de junio de 2015

Esequibo: la preocupación ficticia


          Como buen jugador, el gobierno va mostrando sus cartas de acuerdo con el desarrollo del juego. No todas a la vez. Su estrategia consiste en mantener a los espectadores ocupados mirando apuesta tras apuesta mientras tras cámaras se cocinan tácticas que por lo general atentan contra la humanidad de todos los jugadores.
            En días recientes, algunos voceros opositores expresaron una verdad incuestionable: en tiempos de mayor represión y mayor abuso contra las protestas opositoras en las calles, a razón de la distorsión ocasionada por el sistema propagandístico de medios públicos, el gobierno mejoró su popularidad. Los mejores meses para Maduro fueron los más sangrientos para el país. Paradójico. Sin embargo, así el juego.
            Por otro lado, el momento actual en el que la oposición carece de una agenda de protesta masiva y radical ha sido el de peor popularidad para el Ejecutivo. Los titulares de la poca prensa independiente que subsiste y los disminuidos espacios de crítica que se mantienen con vida narran día tras día las crónicas de este desastre. No hay un solo eslabón de la incivilizada vida del venezolano que no esté caotizado. Todo, absolutamente todo, se ha convertido en un problema.
            Con este cuadro, la carta que pone el gobierno en la mesa es la de radicalizar la situación y generar nuevas situaciones de intolerancia que unidas con la permanente campaña de abstención que promueve el Consejo Nacional Electoral, puedan lograr tres cosas: extremar la polarización lo más posible, enfrentar internamente a la oposición en cuanto a las diversas posturas que debe fijar, y desmovilizar al electorado independiente.
            Aun cuando la Unidad sigue sin mostrar un plan de actividades conjunto y se encuentra enfocada a tiempo completo en los enroques de sus candidaturas por consenso para las Parlamentarias priorizando a las cúpulas de las direcciones nacionales por encima de los liderazgos regionales y cuadros emergentes, los números del oficialismo no mejoran. Las graves amenazas y encendidos discursos en favor de un hipotético (y gaseoso) levantamiento de “los barrios” apoyando la Revolución ante una eventual victoria de la MUD, no ha sido respondido con contundencia por la disidencia, y esto, paradójico también, pareciera que ha sido lo mejor. El gobierno ha quedado solo en una suerte de karaoke en el que canta sin público mientras a su alrededor la crisis empeora su imagen a niveles nunca antes vistos y que producen perspectivas positivas para los que militan en la acera de enfrente.
            De ahí la preocupación ficticia sobre la recuperación del Esequibo, exacerbando un supuesto nacionalismo inexistente, y la polémica con Colombia sobre la delimitación marítima arbitraria que decretó Maduro a los fines de buscar nuevas batallas “patrióticas” que no pasan de un par de reuniones entre diplomáticos que esgrimen los intereses económicos de sus representados. ¿Qué hacer si tu enemigo está tan concentrado en sus actividades que no te presta atención y quedas peleando con un porfiado inflable? Buscas un enemigo externo y lo incorporas al ring.

            Si algo ha caracterizado al chavismo en sus 16 años de gobierno es el olvido de los asuntos limítrofes. ¿Acaso la entrega de la soberanía de las decisiones de Estado a los Castro no es ya el signo del Socialismo del Siglo XXI? El tema del Esequibo nunca ha sido bandera de la revolución bolivariana. El gobierno lo añade a la agenda y exige a la oposición una postura complaciente. Si no, ésta es condenada como “vende patria” y entreguista. Lo mismo con Colombia. Se habla de guerra, de conflicto, de armas, sangre y revuelta pero ninguna de cosas están en los planes. Son sólo cartas del juego. Propaganda. Trapos de un torero desahuciado.

Ángel Arellano

martes, 23 de junio de 2015

La fecha: CNE “cooperante”

 
            Seis de diciembre. Al fin las elecciones parlamentarias tienen fecha.
            Una parte del país celebra el fin de la incertidumbre. Me temo que esa parte es apenas un fragmento. Quienes mantenemos permanente ansia por la noticia política somos unos, no todos. La otra parte, la más grande, permanece expectante en la cola: quiere atajar una oferta, aspira comprar a “precio justo”.
            Algún hombre comentaba en Facebook que la mayor parte de la nación ha estado distraída por el futbol, el espectáculo o la catástrofe en la que se convirtió la carrera de nuestro piloto en la Fórmula 1. A diferencia de los políticos de oficio, Pastor Maldonado se equivoca cuantas veces puede (o quiere). Sus errores son financiados por la bondadosa chequera de Pdvsa. Pastor absorbió en un par de años más petrodólares que algunas entidades federales de nuestra República. Sus divisas son preferenciales. A él nadie se las niega, pero a las clínicas, laboratorios y farmacias, sí.
            Mientras terminábamos de almorzar, Tibisay Lucena apareció en televisión. La memoria nacional guarda para ella un oscuro rincón en el que pocos se encuentran. En su introducción, aprovechó para subrayar la imparcialidad del árbitro. Desconozco qué perseguía. Desde hace un par de años ella sabe, al igual que nosotros, que el desprecio hacia el CNE va en ascenso, aun cuando exista un importante 76% de mayores de edad dispuestos a votar.
            No dio detalles sobre auditorías, depuración del Registro Electoral o abusos del Ejecutivo en los eventos electorales. Apenas sus papeles le recordaron que mencionara que esta vez los candidatos sólo tendrán veinte días de campaña oficial.
La presentación del calendario fue muy turbia. Trasnochada luego de tanta falta de sueño de los titiriteros. “El CNE no trabaja bajo presión”. Trascendió el descontento de las cúpulas del chavismo. No en balde unos dirigentes y no todos se pronunciaron inmediatamente. Maduro hizo catarsis en Cadena Nacional. Amenazó, anunció sangre, revueltas, muerte, violencia. Se alejó de la noticia que daba el siempre leal CNE “cooperante”.
            La campaña del chavismo estará montada en los inestables andamios del recuerdo de difunto. La fecha, por demás emblemática para el oficialismo, rememora el ascenso al poder del hombre que desmanteló el sistema político democrático. El seis de diciembre de 1998 Hugo Chávez triunfaba en las presidenciales prometiendo un cambio radical y profundo. En su discurso dedicó gran extensión a los pobres, los marginados, los nadies. 16 años después vemos los resultados del proyecto.
            Se transformó la estructura del Estado, su funcionalidad y método. En el papel, el verso sostenía que pasábamos de la representación a la participación (en realidad, de la democracia a la autocracia). La “quinta república” fue un espejismo que la mayoría pobre, aplastada por una crisis que el país creyó eterna e insoportable, compró sin remiendos. Ahora, con una catástrofe infinitamente peor, los pobres, sector en el que se incluye toda la nación pues solo existe un pequeño grupo de privilegiados amparados por el gobierno, tendrán la oportunidad de arrancarle a la autocracia el Poder Legislativo para iniciar el desmantelamiento del régimen más corrupto, mafioso y vergonzoso del que se conserve registro en las páginas de nuestra historia.

Ángel Arellano

martes, 16 de junio de 2015

Bachaqueo: oficio de una nación

 
El afamado escritor cubano Leonardo Padura ha ganado el Premio Princesa de Asturias de las letras y, como era de esperarse, numerosos medios de comunicación salieron a su encuentro en la búsqueda de recoger las impresiones del cuentista y genio de la novela policíaca latina. De la marejada de preguntas y respuestas no pudieron faltar las relacionadas con el tema que congrega más interesados: Cuba.
En cuanto a los cambios recientes, que bien podemos calificar como una suerte de “flexibilización” de la dictadura de los Castro, Padura se muestra optimista. No obstante, se detiene a describir algunas realidades que leídas desde Venezuela, un país que ha caído en el foso, causan escalofríos. Si en algo ha sabido trabajar la clase dirigente del gobierno venezolano es escenificar un símil con la tragedia cubana, la “isla de la felicidad”.
“El gobierno ha reconocido oficialmente que el salario no alcanza para vivir. Pero la gente vive. ¿Cómo? Buscando estrategias de supervivencia relacionadas con pequeñas corrupciones: el panadero que se guarda un poco de harina, el pintor que se lleva un galón de pintura y lo vende…”, expresó Padura en El Confidencial de Madrid. ¿Es mucho el parecido con Venezuela? Abismal.
En nuestra nación, nuestra vulnerable, débil y lastimada nación, el trabajo formal dejó de ser una aspiración. Aun cuando existan habitantes que sueñan con un importante empleo, con cuantiosa remuneración y apreciables beneficios, la sociedad sabe, porque a diferencia de lo que piensan las élites el pueblo siempre está sacando sus cuentas, que cualquier salario en bolívares, por más bueno que sea, se derretirá cual mantequilla en el sol por el efecto de la cruel inflación que patrocina el gobierno.
De esta distorsión, nació el nuevo oficio que está convocando a miles de ciudadanos y genera grandes dividendos a pesar de propinar un golpe certero en el bolsillo de la población: el bachaqueo. Lo que fue un fenómeno peculiar en las zonas fronterizas hace algunos años, ahora es el móvil de la economía subterránea que gobierna en el país. Tan atractiva es la reventa, la especulación y la compra a “precio justo” para comercializar a “precio injusto”, que se convirtió en la actividad que une a pobres, ricos y clase media. Todos están bachaqueando. Réplica de Cuba, pues al igual que ellos, estamos en tiempos de dictadura.
Se ha perdido el valor del trabajo. Bachaquear genera ganancias más rápidas, generosas y no requiere ningún tipo de instrucción escolar. Jóvenes, adultos y abuelos están sumergidos en este mundo de la subsistencia. Algunos, desde luego, levantando grandes fortunas. Otros, apenas juntando lo necesario para comer.
Comparto una reflexión de Padura, que encaja en la actualidad venezolana. Pongamos atención: “En Cuba las carreteras son una mierda, las canalizaciones de agua son una mierda, el tren es un desastre, lo mismo que los aeropuertos. Todo lo que permite que una economía sea eficiente, funciona mal allí. Y cuando todo eso se solucione, vendrá lo más difícil: cambiar la mentalidad del cubano, que se acostumbró a vivir sin trabajar o a trabajar lo menos posible (…) Eso va a ser más difícil de resolver que tener una relación de amistad con Estados Unidos. ¡Poner a los cubanos otra vez a trabajar va a ser del carajo!”.

Ángel Arellano

martes, 9 de junio de 2015

Nuevos ricos. Viejos pobres

 
        
         Mientras apunta con maestría el certero machetazo que corta un lateral del coco, el coquero ha resuelto sazonar la conversación con una frase popular: “ahora todos somos más pobres”. Quien espera la cocada es una cincuentona jubilada, de esas que el Estado abandonó a su suerte negándole el pago de sus prestaciones sociales por retaliación política.
            “¿Pobres?”, respondió la doña. “¿Dijo pobres? Ciertamente ahora somos más pobres, mi hermanito. Más pobres, porque nunca dejamos de serlo. Pero no todos son pobres con esta crisis. ¿O tú crees que nadie se ha llenado los bolsillos?”. El coquero extiende su mano, sirve la crema que mezcló en la licuadora y agrega un intento de arequipe hecho con azúcar que procuró por medio del bachaqueo a falta de leche condensada: “en eso la acompaño. Aquí todos los días llega gente que antes andaba mamando y ahora se bajan de camionetas ‘virgas’ de paquete. No como nosotros doña, que estamos mamando y locos”.
            Galeano reflexionaba en “Las venas abiertas de América Latina”, su obra más famosa, sobre la desigualdad de origen entre el nuevo continente y la vieja Europa. Parafraseo: si existen algunos ricos es porque hay otros pobres… otros muchos, otros en demasía; fuimos explotados por la existencia de unos depredadores que se lucraron a sus anchas; si perdimos fue porque otros ganaron. Tales expresiones quedaron confinadas a la penumbra. Ese fue el destino que el autor dio a su libro poco antes de morir.
            No obstante, vienen al caso las reflexiones sociológicas de Galeano por el punto en el que concuerdan la doña jubilada y el coquero: no todos somos pobres porque hay algunos que se hicieron ricos.
            Cuando Jorge Giordani, ministro y mentor de Chávez, comisario de la planificación y ejecución del “Socialismo del Siglo XXI”, dijo a la sociedad que los beneficiarios de la corruptela en el sistema cambiario estatal se habían robado 25 mil millones de dólares, quedó en evidencia la cualidad del régimen. Si hoy hay un vacío a falta de esos recursos (y muchos más) es porque otros los tomaron, y éstos, a diferencia del común denominador, no están sufriendo. “Se los están rumbeando”, sintetiza el argot popular.
            No hay hombre en el gobierno que no esté salpicado por la crónica diaria de la corrupción. No hay figura, por más impoluta y santa que pretenda mostrarse, que no aparezca en algún expediente, algún informe de un caso de desfalco al erario público. El chavismo tiene una nómica entera inmiscuida en la larga, larguísima, cadena de corrupción que ha patrocinado la Revolución Bolivariana. El socialismo socializó el atraco a las arcas del Estado. Gentes que antes eran mortales ahora sienten que compraron un puesto en el Olimpo con los petrodólares que labraron en el algún guiso. Ostentan, derrochan, restriegan en la cara de todos sus nuevas riquezas.
Si muchos estamos haciendo colas bajo el sol, angustiados por la escasez y agobiados por la desinversión en todos los sectores de la vida económica, es porque algunos no lo están. Y esos algunos son la causa del lamento. O no. No son la causa, sino la consecuencia. Pues, en resumidas cuentas, un sistema que ha promovido la división de clases, el odio entre hermanos, la extinción del empresariado y el extrañamiento de la productividad, sólo abrió las puertas a los amigos de lo ajeno, a quienes colocó en puestos de comando y son los ricos de hoy, los nuevos ricos. Mientras, los más, somos pobres, viejos pobres.

Ángel Arellano

lunes, 8 de junio de 2015

Boston Rex y Dan Delgado en el Taller de Análisis


 

         En la clase de hoy hablamos sobre las historias que se narran a través de las letras de las canciones. La composición musical es una forma de expresión rica en oportunidades para trasmitir un mensaje. Es inspirada por una reflexión, una experiencia anterior o se manifiesta persuadida por una idea que busca salir a la luz o por una que intenta mantenerse en el tiempo.
         Para hablar de este tema invitamos a dos exitosos músicos locales, amigos y creyentes de lo hecho en Venezuela: Reinaldo Goitía (Boston Rex) de los Tomates Fritos y Daniel Delgado de Planeador. Exponentes de nuestro rock and roll.
         Entre anécdotas, preguntas y respuestas surgió la recomendación de “La civilización del espectáculo”, el relevante ensayo de Mario Vargas Llosa, un libro que todos debemos leer. La degradación del arte, el triunfo de la banalidad, la aceptación de lo superficial por encima de cualquier ejercicio de profundidad intelectual y el extravío de la crítica, fueron preocupaciones que salpicaron el encuentro.
         De todas las citas que surgieron de ese intenso diálogo entre invitados y alumnos, rescato una de Reinaldo que me parece esencial. En referencia al contenido que está transmitiendo la música nacional, comentó que “el mensaje está mutando, la letra está mutando. Se siente otra cosa en la música de hoy… Antes un grupo que te estaba invitando a saltar hoy te dice ‘peguen el cementerio de aquí con el de allá porque nos están matando” (en alusión a la canción “Cementerio del Este – Cementerio del Sur” de La Vida Boheme).
         En la música están sucediendo muchas cosas. Hay mayor conciencia, mayor compenetración con la situación que vive el país. La crisis ha hecho de nuestra desgracia un tema recurrente que el arte no esquiva. La crisis ha estado ayer, ha estado hoy y seguirá estando por tiempo indeterminado. El arte es parte de la conciencia de la nación. Describe nuestras raíces, sentimientos, emociones, valores, felicidades y desgracias. Transmite un mensaje, aun cuando no siempre haya quienes quieran recibirlo.


Ángel Arellano

lunes, 1 de junio de 2015

¿“Nueva” o “vieja” Unidad?

Manifestación en Barcelona. 30-05-2015
Tras la manifestación convocada por Leopoldo López a través de un video grabado en la cárcel militar de Ramo Verde, y el deslinde de la MUD de este evento, surgen  las siguientes interrogantes:
¿Qué pasó en Venezuela con la protesta del 30M? La masiva movilización realizada en las principales ciudades del país y en diversas capitales del mundo evidenció la disposición que existe en la sociedad de participar en una agenda de activismo pacífico y democrático. La corriente de López, MCM y Ledezma, en la que se agrupan otras organizaciones políticas y que conforman la coalición mal llamada “radical” (la “nueva” Unidad), logró un apreciable respaldo de los ciudadanos. Por el contrario, las direcciones nacionales del grupo de partidos cuyos cocientes electorales de 2012 los han mantenido como una suerte de “mayoría calificada” en la MUD (la “vieja” Unidad: UNT-PJ-AD y otros), se abstuvieron a participar y no propusieron actividades distintas a los enroques de cara a las elecciones Parlamentarias que aún carecen de fecha.
¿Se impondrá la “nueva” Unidad por encima de la “vieja” Unidad? Dependerá de la capacidad operativa de cada grupo para lograr que sus respectivas agendas se cumplan. No es un secreto que los índices de popularidad de figuras como López, MCM, Ledezma y Ceballos han ganado cifras considerables que preocupan al PSUV. Sin embargo, para ganarle espacios al gobierno, que es el enemigo de la oposición, debe existir una articulación que permita agendas de activismo unitarias en toda la geografía nacional. Ganar las Parlamentarias requiere organización.
¿En el seno de la oposición existen planteamientos antagónicos o complementarios? Los grupos se diferencian en sus propuestas: los “radicales” impulsan un acuerdo de transición para la sustitución del gobierno y la protesta no violenta como un mecanismo de presión que, aunado con las Parlamentarias, minen el camino del gobierno. Los más conservadores (la “vieja” Unidad), priorizan la agenda de campaña electoral por encima de cualquier otra acción. Ambos planteamientos, aunque divergen en el fondo, pueden ser complementarios, toda vez que ya existe un acuerdo en ir a las Parlamentarias como primer paso para disminuir la influencia del Ejecutivo.
¿Crecerán las organizaciones que impulsan agendas de protesta de calle por encima de las que están dedicadas a tiempo completo a las negociaciones preelectorales? Los partidos que no inviertan tiempo, esfuerzo y recursos en la organización de sus estructuras y nodos, y sólo estén dedicados a propagar sus mensajes vía medios de comunicación, carecerán de recurso humano a la hora de ganar afectos y movilizar simpatizantes.
¿Es el surgimiento definitivo de un “nuevo” liderazgo que no es tan “nuevo” pero que esperaba su momento para movilizar a la mayoría de la oposición? Sí. La consolidación de líderes como López, MCM, Ledezma y Ceballos viene a diversificar un ecosistema político que estaba dominado por los cuadros de los partidos mayoritarios de la MUD.
En definitiva, la Unidad es un solo ente. Necesita más cohesión y menos discrepancias. Y aunque en ella converjan grupos con planteamientos diversos, debe prevalecer la coherencia, el consenso y la audacia como elementos centrales de un plan que más temprano que tarde debe terminar de definirse. La manifestación del 30M fue un aviso importante: hay que permanecer en la calle.

Ángel Arellano