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miércoles, 6 de junio de 2007

ESBIRROS Y PROTESTAS

En todos lados se consiguen personas creyentes en la organización vertical. Los gobiernos, como en todos los tiempos, y por su concepción, se caracterizan por una estructura abstracta basada en jerarquías. Las personas comunes y corrientes que sufren y ven pasar los años sin mejorar su calidad de vida, prefieren no meterse en estos problemas de quien es más o menos dentro de la sociedad. No saben en realidad que la solución a sus problemas no es vivir bajo órdenes de personas que tienen poder y los marginan y degradan, sino que es posible el construir una sociedad justa, bajo la participación grupal y asambleísta. Las jerarquías se pueden eliminar de la faz de la tierra, y, sobre todo, su más fiel servidor: el agente policial.

Un individuo que habite este territorio llamado Venezuela, está en la obligación de saber que tiene derechos y que los debe hacer cumplir, o dejarse pisotear por aquellos que dicen tener la “razón”. Llámese razón, lo dicho en pro de la justicia, moral ciudadana y paz. ¿Alguna vez una fuerza represiva y asesina, podrá tener la razón?, ¿Una persona entrenada para matar a sus iguales puede hacer sonar por sus cuerdas vocales el significado de la verdad?, ¿Aquél que use un uniforme para apalear y callar a otros por una orden de sus “mayores” puede reflejar respeto?, ¿Una persona ignorante y carente de cualquier cultura puede defender el honor de otros?

El agente policial: individuo elaborado a base de mentiras y doctrinas que llaman claramente al control de la población por las vías de la violencia y el asesinato: “justicia democrática y social”. El por qué ofrecer respeto a una persona que fue instruida durante un tiempo exacto para aplicar la fuerza cuando “sea necesaria” a favor de la tan mentada justicia, es algo inaudito. Jamás se ha sabido de un policía del planeta tierra con los calzoncillos puestos como Superman para salvar al mundo o algo por el estilo. Nunca se conocerá un agente policial capaz de ayudar, sinceramente, a otra persona. Su condición de homicida no se lo permite. Al policía no le “tiembla la mano pa` dispararle al inocente”. El inocente, que normalmente es la persona pobre, humilde, sencilla y común de nuestro entorno, no le da tiempo ver la bala que lo matará.

Una función característica de los agentes policiales es la represión de masas: estrangular, acallar, sofocar voces de descontento, voces que nos hacen disentir, voces que nos hacen reflexionar sobre lo que es la verdad y lo que es la razón. Reprimen manifestaciones populares echas por trabajadores, estudiantes, civiles en general, que buscan respuestas de este gobierno ladrón, para con sus objetivos: personas que todavía creen en que los “líderes” del estado venezolano pueden colaborarles a su causa (porque se crea en el estado o no, no debe significar explicación para no protestar y manifestarse libremente: es necesario alzar el grito para ser escuchados). La labor policial debería ser, o por lo menos lo que dice en el poema llamado Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proteger a la comunidad de alguna actividad que represente peligro para su integridad social, moral, física y ciudadana, sea extranjera o no, la amenaza. Y, también, colaborar con el desarrollo social de manera imparcial (políticamente) y objetiva (cosa que jamás lo fue y, ahora, mucho menos). La represión de masas siempre será la imagen que presente un policía al perfilarse.

Una manifestación, sea violenta dado el caso o no, no puede eliminarse con más violencia. La violencia lleva a muertes, las muertes a dolor. El dolor elimina el sentimiento de progreso de un pueblo y cuando no hay progreso el pueblo no camina. El no caminar nos hace no estar en concordancia con las ideas presentadas por el gobierno, y vuelve la manifestación. El ciclo que vivimos al expresarnos libremente, ha sido, el noventa y nueve por ciento de las veces, inocentemente, la brocha que marca con sangre nuestra historia. Es momento de modificar ese ciclo de desgracia por uno objetivo y eficaz: la protesta pacífica sin ver hacia atrás es el camino a seguir para lograr un cambio y conseguir nuestros sueños reprimidos. El paso amistoso pero sólido es una solución a tanto dolor que han dejado los alzamientos observados en Venezuela.

Ángel Arellano
CI: 19.841.865
asearellano@yahoo.es

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